Cliente:
ARQUIDIÓCESIS DE CALI
Año:
2021
País:
COLOMBIA
Creamos para la Arquidiócesis y la Cámara de Comercio de Cali, el concepto creativo, copy e identidad #CaliMeAma, en el marco de la crisis social profundizada en nuestra ciudad a raíz de la pandemia y el inicio del Paro Nacional. La campaña focaliza sus esfuerzos en crear una frase/símbolo que ayudara a subir la moral en la ciudadanía, que permitiera reconocer sus demandas y poner en acción las instituciones para facilitar la creación de un ambiente de diálogo y reconciliación.
Crear un concepto fuerte, sencillo, reconocible y de fácil recordación. Que permitiera ser adoptado por los diversos actores de la ciudadanía, con una fuerte invitación a la reflexión sin cuestionar ni negar sus argumentos.
La solicitud principal era crear un símbolo, una identidad gráfica que “unificara” la ciudad. Sin embargo, no podíamos ser ajenos al momento de revisión simbólica y narrativa que recorre la ciudad. El día cero del Paro Nacional, comienza con el derribamiento por parte de la comunidad Misak de la estatua de Sebastián de Belalcázar, conquistador español y fundador de la ciudad de Cali (Así como de Quito y Popayán). La historia ya ha demostrado y reconocido que su accionar en estas tierras dejó como resultado el genocidio de muchos de los pueblos originarios, por lo que el carácter simbólico sobre la ciudad, con los años, ha perdido total vigencia ante muchas de las nuevas ciudadanías emergentes.
Es entonces cuando nos preguntamos… ¿Es pertinente hacer un símbolo? ¿Es la construcción simbólica un acto institucional, popular o colectivo? ¿Caemos entonces en la construcción de un nuevo símbolo de espaldas a esas nuevas ciudadanías?
Fotografía original: Casa Editorial el Tiempo
Uno de los grandes medios de comunicación colombianos, escribió un artículo sobre la situación en la ciudad. El autor parafraseó una de las expresiones más célebres que reza “Cali, sucursal del cielo” y la cambió por la de “Cali, sucursal del infierno”. Este terrible desatino, dio como resultado una indignación masiva por la ligereza del comentario y sus consecuencias nefastas sobre la percepción de nuestra ciudad, en un momento en el que necesitábamos más apoyo y luz, que reproches y condenas.
Con ese titular en mente (y con las circunstancias en marcha) nuestro equipo creativo recordó la complicada situación de la Nueva York de los años 70’s y 80’s. Una ciudad inmanejable, dominada por las mafias, la violencia y el caos. ¿No es acaso de ahí que salió lo mejor de la ciudad?
Texto original: Revista Semana
Sí, lo sabemos. Comparar Nueva York con una ciudad como Cali no tiene sentido. Pero de algo estábamos seguros y es que de ese caos había quedado algo hermoso, algo legendario y que a largo plazo, se ha convertido no solo en un bien intangible de la ciudad, sino del mundo entero.
El legendario Milton Glaser se dio a la tarea de contribuir y ser parte de esa solución, buscando diseñar una campaña publicitaria que funcionase hacia el interior y el exterior: que debía atraer visitantes y, a la vez, subir la moral de los ciudadanos… con esto en mente, creo el famoso I ♥ NY.
Fuente: The Guardian
Durante la época de los 70’s, circulaban panfletos en la ciudad de Nueva York, advirtiendo a sus visitantes de cómo sobrevivir la ciudad, evitando la noche, protegiendo su propiedad, visitando sólo ciertas áreas… ¿Acaso no es parecido a lo que ya veníamos viviendo en nuestra ciudad? ¿Si le quitamos el Nueva York y le ponemos Cali, a ese panfleto de más de 40 años… ¿Sería vigente acá?
Si bien la intención y el éxito del famoso logotipo radica en su simplicidad, el sentido de responsabilidad individual era lo único que nos hacía ruido. Es decir, partir del YO como individuo, responsable de MI ciudad, nos indicaba que tal vez el camino no era de qué quiero hacer YO con MI ciudad sino de qué hace y siente mi ciudad por mí. ¿No es acaso una parte importante de la ciudad la que se siente ajena? ¿Es hora de pensarnos como individuos o como seres colectivos? Todo el ejercicio, con sus adversidades, dudas, errores, nos indicaba que el camino era otro. Es ahí donde dijimos, tal vez podemos darle otra vuelta… Además… qué pereza hacer más avisos de “I ♥ (ponga nombre de ciudad aquí)”
¿Qué pasa entre el ciudadano y el otro ciudadano? ¿No es acaso la búsqueda de lo “colectivo” lo que nos tiene repensando?
En medio de ollas comunitarias, manifestaciones artísticas masivas, actos culturales, marchas, encuentros, lecturas, bibliotecas, ciudades unidas… lo más sensato es hablar de cómo la ciudad me abraza, de cómo la ciudad me recibe, me invita a contar quién soy, qué pienso y qué quiero como proyecto, aprender a poner sobre la mesa, las discusiones que por años hemos evitado.
Cali me ama,
Por eso no bajo los brazos.
Por eso estoy ahí para mis amigos.
Por eso me hago escuchar con dignidad.
Por eso no traiciono mis principios.
Por eso a pesar del dolor, seguimos firmes.
Por eso mi memoria es el futuro.
Cali me ama,
Y yo estoy construyendo un espacio vital diverso e incluyente.
Y yo estoy dándole voz a los que no la tienen.
Y yo estoy creando las oportunidades que cumplen sueños.
Y yo estoy creando conciencia al país entero.
Y yo estoy nutriendo la esperanza de crear un país en paz.
Cali me ama, y yo…
En el ejercicio de divulgación, se imprimieron 4 series de afiches con el mismo mensaje. La idea era que el mensaje llegara a la mayor cantidad de espacios posible, indistinto de su posición respecto las circunstancias. Comerciantes, empresarios, ciudadanos y manifestantes… la idea va más allá de la unidad ¿No es la diferencia la que nos hace humanos?
La denominada Marcha del silencio buscaba en uno de los momentos más complejos, hacerle frente a los bloqueos de las vías por parte de los manifestantes. Los afiches estuvieron presentes, resaltándose entre la multitud, con su mensaje de amor. Si bien, no todos los asistentes a la marcha estaban en la misma sintonía, se acompañó de manera exitosa a un pequeño grupo que alentaba una salida consensuada al conflicto. Uno de los objetivos, ser una frase “horizontal”, estaba encontrando su espacio.
Días después de estar en medios, impulsada por las instituciones, los afiches se empezaron a regar por las calles, en los espacios ganados por los manifestantes, por la “otra Cali” que estaba reclamando con dignidad y rabia sus derechos.
Las instrucciones para usar este símbolo son sencillas: Úsalo para compartir amor, calma y perdón. Úsalo para expresar tus ideas. Úsalo para invitar a la reflexión profunda. Este complejo proceso, nos ha enseñado que esas conversaciones que por años hemos evitado, las vamos a tener que hacer.